Mis relaciones afectivas siempre fueron así: difíciles de concretar (y hasta imposibles) y dotadas de una obsesión incandescente. Una obsesión que me consume, que me mata, que me hiere y que aún así defiendo.
24 mar 2010
Los segundos se convertían en minutos, los minutos en horas, y las horas en días. Los días en meses, los meses en años. Dejaron de verse, dejaron de sentirse, dejaron el contacto, dejaron todo al azar, creyendo que en algún momento su vida volvería a reunirlos, volvería a encontrarlos. Estuvieron un corto plazo juntos, en el que, sin darse cuenta, construyeron un lazo indestructible. Dicen que les faltó tiempo. Pero en el fondo saben, son conscientes, de que les faltó valor. Valor para llegar a un acuerdo. Ella quedó amparada por su familia, el vagabundeó solo por la vida. Eran dos polos opuestos, dos seres incompatibles. Pero por alguna extraña razón; se amaban. Se querían, se tenían afecto. Se extrañaban; lo sabían. Pero también sabían que era perjudicial estar juntos, para ella porque quería una vida digna, como la de una princesa, & para él, porque no podía ser el mismo, no podía ser libre con ella, no podía ser el rebelde de siempre. & sin saber lo que el otro pensaba, los dos tenían en su mente 'Es como si sufrir por alguien que quieres, sea tan digno como hacer que él o ella sea feliz'. Se encontraron, se enamoraron, se gritaron, se disculparon, se separaron, para finalmente sufrir como condenados-
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